Un día como cualquier otro, la agenda con mas tareas pendientes que líneas para anotarlas, el tráfico, sin novedad, pesadísimo, entre las citas del día quitarme unos puntos de unas biopsias dermatológicas.
Yo me ensimismo mucho hablando en mi cabeza y repasando, tareas, conversaciones, pensando en que se hará para el almuerzo, las ideas para mi trabajo, en fin, por allí me voy...y volver lo que se llama aquí y presente no estaba cuando me vestí...asi que me descuidé al seleccionar con que vestirme, hasta me entaconé, cosa que no siempre hago porque para la vida extrema que llevamos los tacones son un obstáculo, por un momento me distraje y me dejé ser sin proyectar tanto, me vestí de muchos colores, me emperifollé no porque fuera a ver a alguien en especial o por llamar la atención, realmente lo hice en piloto automático, me vestí para mi, yo soy coqueta por naturaleza, y estar arreglada me hace sentir bien, a veces es mi mejor pastillita para animarme, una vez comenzó el ajetreo ya a una distancia no retornable a mi casa, no por lo lejos sino por el tráfico a avanzado...caí en cuenta que estaba vestida sin uniforme de batalla, me había puesto la indumentaria no óptima para un día en Caracas, con unas cuantas cuadras a pie incluidas, pero ya el mal estaba hecho, asumí mi barranco...
Después de esperar que me quitaran los puntos, recibir el informe de las biopsias, de caminar cuadras abajo de retorno a mi carro, tacones a cuesta, huecos y motorizados, peatones autómatas y viejitos apurados por no llegar a donde van, logré mi destino, ya mi ánimo había perdido status, los resultados de las biopsias a pesar de su lenguaje inalcanzable, me dejaron entrever o intuir que de ocho una habría que repetirla, de las siete restante, al menos cinco no eran tan alentadoras, (que nadie se asuste, no me ocurre nada que la ciencia no pueda solucionar siempre y cuando Dios quiera, lo permita y existan los insumos médicos requeridos, claro está) continuando con mi historia, ya en una actitud mucho mas cabizbaja, los tacones me daban vértigo, los colores me chillaban, la gente, el tráfico, la hora, el ruido, los olores de la calle, mis hormonas, los péptidos de mi bio química alterados y la agenda en espera de ser tachada siendo cumplida, me sentí agobiada...
Muy rara vez dejo de ser amable, creo en la compasión humana y siempre me ha dado muy buen resultado ser amable y cercana con el desconocido, para desencadenar empatía y solidaridad entre ambos para llevar a cabo lo que competa al momento, bueno asi fui, total ni el señor que mueve los carros ni el que cobra los tickets, ni nadie mas en el planeta basto y redondo tienen injerencia en como yo me siento, ni que tantas adversidades me ha tocado librar en los últimos cinco minutos o en los anteriores cuarenta y pico de años, asi que mi mejor sonrisa siempre adelante y un grato "que pase un bonito día" (aunque sea en la oscuridad de ese estacionamiento, que del día no vera nada, porque seguro que ese señor llega al amanecer y sale de noche), gracias mi señora, recibí en respuesta...segundos mas tardes, ya en la ventanilla para entregar y pagar el ticket, otra vez con amabilidad transcurre el siguiente diálogo:
Yo-"buenas tardes"
El cobrador de tickets: -eran buenas
Yo- Señor no sea asi...
El- déjeme terminar, ahora son mejores
Yo- ¿por qué?
El- Cada vez que pasa una mujer bonita por mi taquilla yo creo que es mi día de suerte, anoto la placa y me juego el número, mira linda, no sabes cuantas veces he ganado asi...
Anotando la placa de mi carro y ambos sonriendo, me fui al resto de mi día.
Por fin entendí que mi vestimenta colorida tuvo su razón de ser, alguien había sentido que era su día de suerte, no por nada pero uno no sabe para quien trabaja, ni como carrizo el universo conspira a favor de otros usándolo a uno como una pieza clave...cada vez que alguien sonríe porque yo creé, promoví o permití esa sonrisa, yo soy mucho mas feliz, y si sonrío con quien sonríe hasta mi ADN sonríe. Es tan fácil ser grato, humano y empático...